Historia de la Acción Católica General de Madrid

 

 


 
 
Una historia centenaria

Los primeros intentos que hace la Iglesia, en los tiempos modernos, para organizar la acción confesional de los laicos tiene lugar a mitad del siglo XIX en los países de la vieja Europa. En estas iniciativas predomina una clara motivación defensiva. Los siguientes puntos programáticos de la asociación de los católicos españoles puede resumir el carácter de este incipiente movimiento laical:

- Mantener la unidad católica y defender la libertad de la Iglesia.
- Utilizar, para conseguir los fines propuestos, todos los medios que están dentro de las leyes y de la moral católica.
- Formar una Junta Superior, radicada en Madrid, con ramificaciones en Juntas Provinciales, de Distrito y Parroquiales.
- Bajo la guía de los Prelados diocesanos.
- Con la finalidad de "contrarrestar la acción funesta de la impiedad".

Tal vez estos primeros intentos de bajar a la arena de lo social y lo político, donde se juega el futuro de la iglesia y del hombre, hayan marcado la orientación primordial que más tarde ha definido el campo del apostolado de los laicos en torno a lo secular: la "consecratio mundi" o el aspecto temporal-sacramental del Reino de Dios, que hoy es doctrina común. Con el paso del tiempo y de los acontecimientos y con la clarificación que ha experimentado esta doctrina se han modificado profundamente las motivaciones, los modos de presencia y la comprensión de lo social-político y de la acción apostólica.

Esto ha ayudado a plantear con mayor nitidez las relaciones entre el anuncio evangelizador y la transformación de las estructuras mundanas. Podemos concluir que estos comienzos son el punto de arranque de una largo trayecto que va desde la defensa a la acción transformadora.

Capítulo I - Los orígenes

Capítulo I - LOS ORÍGENES
Acción Católica: Expresión indeterminada

La Acción Católica surge en este contexto con una gran indeterminación, en lo que se refiere a la definición de sus componentes. En un primer momento tanto se utiliza la expresión Acción Católica para designar a la Junta Central de la Obra de los Congresos, como a la acción organizada de los católicos en una amplia variedad de asociaciones, o a una organización principal ("ordinatio princeps", según la conocida expresión de Pío XI y Pío XII) o "vía maestra" del multiforme apostolado asociado y "forma singular de ministerialidad laical" (Pablo VI y Juan Pablo II) que poco a poco adquirirá fisonomía propia hasta cuajar en las cuatro notas ya clásicas.

Durante los pontificados de Pío IX, Pío X e incluso Pío XI se mantiene la indeterminación. La denominación Acción Católica oscilaba entre el apostolado de los seglares en general y designar una asociación concreta con características peculiares.

Todavía en tiempos de Pío XII hubo una posibilidad de ampliar la denominación de Acción Católica, con una visión más comprensiva, a un conjunto más amplio de asociaciones e iniciativas del apostolado seglar, pero las circunstancias históricas que vamos a explicar habían hecho su labor y la denominación Acción Católica tuvo ya definitivamente el marchamo de unas asociaciones concretas y determinadas.

Hacia un nuevo concepto: "Participación en el apostolado jerárquico"

Es con Pío XI cuando se formula un nuevo concepto de la Acción Católica. Hasta entonces todavía se describe el campo de actuación de la Acción Católica en los amplios términos que recoge la nota 23. Pero la revolución fascista impone en Italia la unicidad de organizaciones y su absoluto control por el Partido y el Gobierno. En 1926 y 1927 el fascismo disuelve las organizaciones especializadas de la Acción Católica Italiana: scultismo, asociaciones deportivas, universitarias, etc., y en 1931 Mussolini se atreve a disolver las Juventudes de Acción Católica, provocando la reacción de Pío XI. Por fin, el 3 de septiembre de 1931 se llega a un acuerdo, al que se debe el Estatuto de 30 de diciembre de 1931 y que reduce el campo de actuación de la Acción Católica a lo estrictamente religioso y parroquial, como ocurrirá más tarde bajo el nazismo, que trató de recluir la actividad eclesial en el recinto interno de la Parroquia.

¿Qué había pasado? Pío XI, para salvar un mínimo de apostolado seglar, único posible en la Italia fascista, afirma en el Estatuto de 1931 que la Acción Católica no tiene más que el fin religioso de la Iglesia, identificándole así con el fin propio de la jerarquía. Tácticamente se ve obligado a vincular, de la manera más estrecha posible, el apostolado seglar al propio apostolado de la jerarquía, porque espera que el fascismo no se atreverá contra el apostolado jerárquico, ni osará tocar a la "niña de sus ojos".

De este planteamiento estrecho del apostolado, obligado por la situación política y que minimiza el pensamiento de Pío X y del mismo Pío XI, nace la célebre fórmula definitoria de la Acción Católica como participación en el apostolado jerárquico. Esta fórmula, tomada a la letra por canonistas y tratadistas teóricos, originará una interpretación de la esencia de la Acción Católica que no tiene justificación seria, fuera de la anécdota histórica que hemos explicado.

Pero el Estatuto italiano de 1931, Estatuto de circunstancias y minimizador, será el que inspire las Bases españolas para la Acción Católica, de 1932, y lo que es peor, el que inspire la teoría sobre la Acción Católica en los tratadistas de aquella época, como acabamos de señalar.

Hacia la "cooperación con la jerarquía en el apostolado"

Ya es hora de caer en la cuenta de cómo la fuerza de los acontecimientos ha contribuido a desarrollar una evolución en lo que es concepto básico de la Acción Católica, a saber su cooperación en el apostolado y su vinculación a la jerarquía.

El Vaticano II no habla de "participación en el apostolado jerárquico", sino de que "el fin inmediato de estas asociaciones es el fin apostólico de la Iglesia" y de "cooperación (en el apostolado), según el modo que les es propio, con la jerarquía". En otro lugar habla de "acción y directa cooperación con el apostolado jerárquico".

La expresión de la cuarta nota "actúan bajo la superior dirección de la misma jerarquía" es necesario leerla en relación con otras dos: la que sanciona la original seglaridad de la Acción Católica (nota 2) y la que indica que en estas organizaciones la jerarquía "asume una responsabilidad especial, [...].las asocia más estrechamente a su propia misión apostólica, [...] sin privar por eso a los seglares de su necesaria facultad de obrar espontáneamente". A estas alturas, la famosa expresión "manus longa", aplicada a la Acción Católica, ha quedado neutralizada y ha caído en desuso.

La Acción Católica Española

Simplificando una historia con muchos matices, podría afirmarse que, en España, la Acción Católica nace de la reorganización operada en 1926 por el cardenal Reig y Casanova (Principios y bases de reorganización de la Acción Católica Española) y bajo el influjo de la personalidad posibilista y conciliadora de Angel Herrera Oria, que fue presidente de su Junta Central en los difíciles años de la República, y la del cardenal Vidal y Barraquer, que gestionó la aprobación de las Bases de 1931.

La Juventud de Acción Católica Española, que en 1931 contaba con 200 centros y 10.000 socios, adopta el lema de piedad-estudio-acción y el método de los círculos de estudio. Cada Centro Parroquial elabora su programa anual sobre temas de fe, liturgia, moral y doctrina social católica. Para su tiempo significó una nueva catequesis juvenil, integrada con la liturgia parroquial, los ejercicios espirituales, el conocimiento del Evangelio y de San Pablo, el estudio de las encíclicas sociales, la asistencia al suburbio, la promoción de actos públicos de afirmación y propaganda y de peregrinaciones, etc.

Las Bases de 1931 (ya se ha dicho que inspiradas en las italianas) estructuran cuatro ramas de carácter unitario -hombres, mujeres, juventud masculina y juventud femenina- que, a partir de los Estatutos de 1959, constituirán la llamada Acción Católica General. Su Junta Central, integrada por seglares, propulsa una rápida expansión, basada en la formación de dirigentes mediante instituciones como la Casa del Consiliario, el Instituto Social Obrero, la Universidad Católica de Verano y la Escuela de Propagandistas Diocesanos.

Nos puede servir de pauta en esta historia de la Acción Católica Española las tres etapas descritas a continuación:

1. La Acción Católica de la preguerra civil: "Pastoral de segregación". La Iglesia replegada sobre sí misma y con mentalidad defensiva. La Acción Católica como liga de seglares para la defensa de los derechos de la Iglesia.

2. Después de 1936: "Nacionalcatolicismo". La Iglesia en el triunfalismo de la victoria y del nacionalcatolicismo. "Pastoral de autoridad". La Acción Católica busca más la presencia en todas las Parroquias, en todas las ceremonias religiosas e incluso civiles, que la formación profunda de sus miembros.

3. Desde 1950: "Pastoral de testimonio". La Acción Católica pretende encauzar el apostolado de hombres y mujeres que, inmersos en los ambientes de la sociedad, y con claros principios cristianos, influyan, con ejemplo y palabra, en la cristianización de personas y estructuras.

Capítulo II - De la Guerra Civil a los Movimientos Especializados

Capítulo II - DE LA GUERRA CIVIL A LOS MOVIMIENTOS ESPECIALIZADOS
Un corte brusco en la evolución de la Acción Católica

"El 18 de julio de 1936 supone un corte fundamental en la evolución de la Acción Católica Española. Se frustra la via posibilista del catolicismo español que habian intentado, entre otros, Vidal i Barraquer y Hererra Oria".

Aunque los dirigentes no parecen estar implicados en la conspiración, e incluso algunos editoriales de La Flecha (órgano oficial de la Juventud Católica) rechazan taxativamente el recurso a la violencia, una vez iniciada la guerra muchos miembros de la Acción Católica se decantan por uno de los bandos, reforzándose esta alineación a causa de la persecución religiosa.

La repercusión es especialmente fuerte sobre la Juventud de Acción Católica, que queda escindida: la de la llamada zona nacional y la de la zona roja, quedando anulada la organización. Pasarán varios meses hasta que la rama de Juventud vuelva a tomar cuerpo como tal organización y se instale su cabeza en Burgos.

Los tres años de la guerra marcarán un estilo y unas metas que imprimirán carácter en la Juventud de Acción Católica hasta la peregrinación a Santiago de Compostela. Esta peregrinación fue un objetivo formulado antes de julio del 36, como peregrinación de la Hispanidad cristiana, que no se relizará hasta 1948 y significará el final de toda esta etapa de la Acción Católica.

Las bases de 1939

La adaptación de la Acción Católica a la nueva situación originada al finalizar la guerra civil exigía ciertas modificaciones de sus Estatutos, pues el control de la Jerarquía debía ser estricto.

He aquí algunos aspectos significativos de las nuevas Bases, por lo que tienen de contraste con las de 1931:

- La mayor dirección jerárquica. La Junta Suprema y Dirección Central de la Acción Católica está formada por los Metropolitanos, presididos por el Primado. En ella hay un solo miembro seglar, que sirve de enlace con los organismos seglares (Junta Técnica Nacional), que es órgano propulsor de las actividades seglares de carácter general que la Dirección Central señale e instrumento de coordinación de las cuatro Ramas. En la Junta Central de las anteriores Bases había un representante de cada Provincia Eclesiástica y otros tantos seglares.

- Se destaca la "diocesaneidad" y la "parroquialidad" siempre sin detrimento de la unidad, desapareciendo otros niveles de organización (provincial, etc.), con lo que se refuerza la responsabilidad de cada obispo diocesano sobre la Acción Católica.

- Hay un intento de absorber en la Acción Católica a todas las organizaciones católicas, incluso las piadosas (contra el parecer del cardenal Roig en 1926). Tal intento no se llevó a efecto, considerándose a las otras como "asociaciones auxiliares".

- Hay una predilección por la acción de masas, en detrimento de la formación, como es propio de la mentalidad dominante.

En 1940, la Junta Técnica Nacional de Acción Católica visita al Jefe del Estado, quien pronuncia unas palabras muy significativas para comprender la imposibilidad que tuvo la Acción Católica Española durante aquel período para evitar el reduccionismo de la "misión religiosa" y la tentación de cristianizar "desde el poder", en una palabra para zafarse del naciente "nacionalcatolicismo".

Espíritu que anima a la Acción Católica durante esta etapa

El espíritu que anima a la Acción Católica durante esta etapa queda plasmado por Zacarías de Vizcarra en su conocido Curso de Acción Católica. Muy en resumen, podría decirse que está dominado por una fuerte subordinación a la Jerarquía, a partir de una interpretación maximalista de la formula definitoria "participación en el apostolado jerárquico". Subordinación que viene ejemplificada por el espíritu de milicia (la Acción Católica forma un gran ejército).

La misión apostólica se polariza en actividades puramente "religiosas" y "asistenciales": llevar los subsididos a las familias de los reclusos y necesitados, aprovechar la oportunidad para ejercer el apostolado con ellas, pero no inmiscuirse en los asuntos internos de las prisiones, ni en los temas sociales; ayudar en la catequesis y dar buen ejemplo, pero nada de discursos ni conferencias. Colaborar con las tareas sacerdotales enmarcadas en la Parroquia: catequista, instructor de aspirantes, monitor de liturgia, caridad; pero no hay una acción ambiental estructurada y con método específico. Ser militante de Acción Católica en esta época supone también la pública proclamación de la pertenencia a la Iglesia.

La Peregrinación a Santiago de Compostela (1948)

Por fin, la peregrinación a Santiago tiene lugar en 1948. Se había preparado con cuidado, mediante una espiritualidad marcada por la "mística del peregrinante", que Manuel Aparici plasmó en el lema "peregrinar es caminar hacia el Padre". Pero más que una renovación del espíritu que había animado a la juventud de la postguerra, fue la culminación y clausura de una brillante etapa. El mismo Aparici lo comprende así, cuando propone: "Hay que empezar de nuevo."

En la peregrinación a Santiago se ponen de manifiesto tres tendencias: Una, mantener las cosas como están, revitalizando la Acción Católica General tal como estaba planteada. Dos, profundizar la "línea peregrinante", reeditando el ambiente que precedió a la peregrinación a Santiago, para lo que se busca una nueva meta en la "Ruta a Fátima", que no llegó a realizarse. Tres, propulsar la Acción Católica Especializada. De hecho, de la peregrinación a Santiago surgirán las normas experimentales para la especialización obrera y universitaria, que vienen a dar respuesta al reto presentado por Aparici: "Hay que empezar de nuevo."

En Santiago también se hacen presentes los Cursillos de Cristiandad, como aportación específica de la J.A.C. de Mallorca, con su peculiar sistema de formación y perseverancia, que poco a poco se irán separando de la Acción Católica hasta constituir en el presente una asociación autónoma.

Capítulo III - Auge y crisis de los Movimientos Especializados

Capítulo III - AUGE Y CRISIS DE LOS MOVIMIENTOS ESPECIALIZADOS
Hacia el estatuto de 1959

El nacimiento de la J.O.C. en Bélgica (1924) y en Francia (1926), en pleno auge de las juventudes Católicas, significa un salto cualitativo en los objetivos y en el método de la Acción Católica, cuya trascendencia se manifestará con el paso del tiempo.

En España hubo varios intentos de introducir la J.O.C., durante el período republicano, dentro del marco de la Acción Católica Española. Pero las reticencias fueron fuertes. Se temía por la formación, que no se consideraba suficientemente asegurada con el método de Encuesta (revisión de vida), frente a la solidez que había adquirido el método de Círculos de Estudio.

No obstante, de Santiago surgen unas normas experimentales para la especialización, que abrirán definitivamente las puertas a los Movimientos Especializados de Acción Católica. Estas normas no caen como llovidas del cielo, sino que los propios acontecimientos preparan el terreno y fuerzan a conseguirlas. En 1946 había nacido, en España, la Hermandad Obrera de Acción Católica (H.O.A.C.) y en 1947 la Juventud Obrera Cristiana (J.O.C.). Poco después se organiza la Juventud Universitaria de Acción Católica (J.U.M.A.C.).

Las ramas adultas no experimentan un desarrollo de la especialización tan homogéneo como el de las ramas juveniles. Además de la H.O.A.C., existe la Unión de Graduados de Acción Católica, el Movimiento Rural de Acción Católica y Acción Social Patronal, que son considerados como verdaderos movimientos especializados por la rama de Hombres de Acción Católica; pero se mantiene una explícita orientación de la rama, en cuanto tal, y de la de Mujeres hacia los planteamientos de la Acción Católica General: no distinción de ambientes y colaboración con las iniciativas parroquiales en las que predomina lo cultural, lo caritativo-asistencial y lo catequético sobre lo estrictamente misionero. El Apostolado Castrense y la Acción Católica Familiar de aquellos tiempos difícilmente se podrían encuadrar en los parámetros de los Movimientos Especializados.

En efecto, Pío XII había propuesto a la Acción Católica un espíritu de acción frente a angelismos espiritualistas y a pertenencias nominales y pasivas. Por otra parte, el nacimiento de los Movimientos Especializados es consecuencia inevitable del dinamismo apostólico de la Acción Católica y de las explícitas incitaciones de los Papas a actuar en el terreno social: mejor distribución de las riquezas, apoyo y sostén del obrero, etc. Pío XI había dicho a Cardinj: " La J.O.C. ha interpretado perfectamente mis directrices sobre la Acción Católica." Y Pío XII había afirmado que la actividad de la Acción Católica se extiende al campo religioso y social, es decir hasta donde llega la misión de la Iglesia.

Diferencias del estatuto de 1959 con las bases de 1939

Aunque la declaración introductoria de estos Estatutos afirma que no se trata de "una mutación en la sustancia", sí que contienen una verdadera mutación "en cuanto a la forma y organización accidental". He aquí las principales diferencias con las anteriores Bases:

- Asimila la teología de Pío XII sobre el laicado: los laicos son Iglesia, construyen la Iglesia, son la línea más avanzada de la Iglesia.

- Se canalizan las fuerzas y se intenta evitar que los Movimientos se desorbiten y puedan desarrollarse al margen de su Rama.

- Se eliminan las asociaciones adheridas, propiciadas en las anteriores Bases, con lo cual se consuma un cierto "cisma en el apostolado seglar", al quedar la Acción Católica como una asociación excesivamente singular. Se mantienen, sin embargo, las Asociaciones Filiales. Es oportuno recordar que de la Acción Católica habían nacido instituciones eclesiales tan importantes como Cáritas Española, Manos Unidas y los Centros de Cultura Popular, por citar las más significativas, que poco a poco adquirirían autonomía propia.

- Se introduce un cambio radical en el método de formación apostólica, en conformidad con la metodología de los Movimientos Especializados (método de encuesta-revisión de vida).

Los Movimientos Especializados

La aparición y desarrollo de los Movimientos Especializados dentro del seno de la Acción Católica, a lo largo de todo este período, es consecuencia de su dinamismo apostólico. Fue precisamente su preocupación por la evangelización la que le Ilevó a perfilar unás opciones fundamentales que impregnan toda la ideología y metodología de los Movimientos Especializados y que provocaron un claro despegue de éstos respecto a la Acción Católica de la postguerra, la de los Centros Generales y los Círculos de Estudio.

Tales opciones tienen su origen en la confluencia dialéctica de "la verdad de experiencia" (lo que ocurre cada día en la vida de los hombres y mujeres del propio ambiente) con "la verdad de fe" (lo que Dios quiere que sea la vida de esos hombres y mujeres). La frecuente contradicción entre la realidad y el plan de Dios es motor del dinamismo apostólico. En este contraste se abre paso una opción teológica: la encarnación en el propio ambiente para anunciar y evangelizar, para liberar y salvar desde dentro de la propia realidad; y una opción metodológica: el análisis de la realidad y su contraste con el Evangelio, que propicia un nuevo modo de formación, la formación por la acción.

A título de ejemplo, conviene recordar que la J.O.C. consiguió por primera vez que la Iglesia se enraizara en la masa de los jóvenes trabajadores, formó militantes y dirigentes, arrebató al comunismo el monopolio de la orientación de la juventud obrera y, en sus acciones de masas, Ilegó a albergar a 150.000 jóvenes. Estos datos, unidos a la promoción rural, a la acción de la J.E.C. en los medios estudiantiles y de la J.I.C. en los independientes, son el mejor exponente de la necesidad y validez de estos Estatutos.

La crisis (1966-1972)

Durante una década al menos, los Movimientos Especializados de Acción Católica viven una época de constante crecimiento, de serio impacto apostólico y de creciente prestigio, particularmente entre la juventud y en el mundo obrero. Podría situarse esta etapa entre los años 1955 y 1965. En 1955 tuvo lugar la Reunión de Presidentes Diocesanos en La Granja, donde se da el espaldarazo definitivo a la especialización; en 1959 se aprueban los nuevos Estatutos; y en 1965 tiene lugar la Asamblea de Juventud.

Pero persisten problemas de fondo, vividos en la caja de resonancia de unos contextos socio-político y eclesial, que más hacen de amplificadores que de amortiguadores de los conflictos. Todo ello desencadenará, a partir de 1966 y hasta una fecha que podemos situar en 1972 (fecha en la que la Conferencia Episcopal da unas nuevas Orientaciones Pastorales para el Apostolado Seglar), una serie de acontecimientos que se conocen como "crisis de la Acción Católica".

a) LOS ACONTECIMIENTOS.

He aquí los más significativos:

- La Asamblea de Juventud, promovida por los movimientos juveniles (J.A.R.C., J.E.C., J.I.C., J.O.C. y Movimiento JUNIOR), que congregó en Madrid a 2.000 delegados. Era el colofón de una acción conjunta o campaña común con directrices particulares para cada Movimiento, bajo el lema "La participación activa de la juventud en la sociedad actual". El desarrollo de la campaña implicaba el trabajo desde la base, en los equipos de militantes y en los ambientes. Cuajó en cuatro días de Asamblea, a finales de junio de 1965. Dio a luz un importante "Manifiesto de la Juventud", que reflejaba la situación de los jóvenes españoles y hacía una serie de peticiones a la Iglesia, a la sociedad y a los propios jóvenes, orientadas a superar los problemas detectados.

- Las VII Jornadas Nacionales de la Acción Católica Española, celebradas en el Valle de los Caídos en 1966. El significativo número de los asistentes -dirigentes, consiliarios y obispos- demuestra el interés que despertaron los temas a tratar. Se pretendía una revisión profunda de la Acción Católica a la luz del Concilio.

- Los acontecimientos puntuales que se suceden incrementarán y pondrán de relieve la tensión y la desconfianza de la Jerarquía hacia los Movimientos Especializados de la Acción Católica: críticas concretas a los métodos de formación, y prohibición de hacer declaraciones e interpretaciones públicas referentes a los hechos sociales y políticos.

- La celebración de una Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal sobre el Apostolado Seglar y la aprobación de unos nuevos Estatutos para la Acción Católica, que tiene lugar en 1967, no logró disipar el clima de desconfianza mutua. En septiembre de 1966 se produce el cese reglamentario, pero excesivamente fulminante y significativo de varios consiliarios nacionales, y en abril de 1967 la dimisión de varios presidentes y dirigentes nacionales.

- Finalmente, se produce un éxodo de militantes que hay que relacionarlo con el desencanto producido por los anteriores acontecimientos. Este éxodo provoca el desmantelamiento de los Movimientos Especializados de Acción Católica, mientras que la Acción Católica General no termina de despegar en el ámbito de los jóvenes y en el de los adultos se mantiene en una situación indefinida.

Los acontecimientos reseñados afectaron casi exclusivamente a la Acción Católica Especializada, mientras que la Acción Católica General, más tradicional en sus planteamientos y métodos, fue considerada como adicta a la Jerarquía e incluso primada por ésta, pero impermeable a la renovación profunda patrocinada por el Concilio Vaticano II.

b) LOS CONTEXTOS.

Si éstos son los hechos, en su descripción puntual, para una correcta comprensión de los mismos no se puede dejar de lado los contextos político y eclesial en los que tienen lugar.

- EI contexto politico. La situación política de los años 60 es sobradamente conocida, por lo que no se va a desarrollar.

- El contexto eclesial. El Concilio Vaticano II es ocasión para que emerja a la superficie una crisis latente y largamente incubada en la Iglesia española.

c) LAS DIMENSIONES DE LA CRISIS.

La crisis, por lo tanto, fue una crisis compleja, que reclama un diagnóstico prudente. Como aproximación a este diagnóstico nos atrevemos a decir que fue una situación en la que se entrecruzaron tres crisis: de la identidad cristiana en los militantes, de las relaciones entre la jerarquía y los Movimientos que llevaba consigo una cierta crisis de identidad eclesial, y del modelo histórico de Acción Católica.

Capítulo IV - Superación de la crisis: hacia un proyecto de futuro

Capítulo IV - SUPERACIÓN DE LA CRISIS: HACIA UN PROYECTO DE FUTURO

En la superación de la crisis han influido diversos factores. Enumeramos los que parecen más significativos:

- Por de pronto, el tesón y vitalidad de la propia Acción Católica, su conciencia de misión, que la ha llevado a reconstruir la identidad cristiana y eclesial, que había quedado dañada durante la crisis.

- El cambio experimentado en los contextos eclesial y social. El cambio eclesial favorece una actitud más dialogante entre la Jerarquía y los Movimientos.

- Finalmente, es importante reseñar el esfuerzo de renovación emprendido por algunos Movimientos de Acción Católica General, dentro de las coordenadas ideológicas y metodológicas de los Movimientos Especializados.

Vamos a señalar los hitos más importantes de este proceso de reconstrucción.

Las "Orientaciones para el Apostolado Seglar", DE 1972

La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, que nunca perdió el contacto con la Acción Católica y estaba interesada en ese empeño de reconstrucción, promueve en 1972 la elaboración de unas "Orientaciones pastorales", que recogen tanto la doctrina del Vaticano II como la realidad y experiencia del Apostolado Seglar en la Iglesia española. Desea hacer un esfuerzo para no llegar tarde y para "no imponer otros limites que los de la fidelidad a Cristo y a los términos en que El ha encargado a la Iglesia su misión".

Aunque dirigidas a todo el Apostolado Seglar, dedican un apartado completo y varias referencias en otros a la Acción Católica, de la que los obispos esperan que "venga a ser fermento de vida comunitaria", "prepare a sus militantes para el diálogo, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil", "despierte la conciencia social de los cristianos", "haga presente a la Iglesia en los diversos ambientes" y "cree dinamismo misionero dentro de las mismas comunidades cristianas".

No fue demasiado tarde. Los movimientos más comprometidos encontraron, en estas Orientaciones, una ratificación a sus esfuerzos, pistas de reflexión sobre las exigencias de la fe y un nuevo clima de diálogo. Para los más remisos supusieron un estímulo para su compromiso en lo social-político y para la revisión de sus propias estructuras.

Del aislamiento a la coordinación

Como consecuencia de la crisis, se habían multiplicado los prejuicios entre los diferentes Movimientos, lo que dio origen a una situación de aislamiento y desconocimiento mutuo, tanto en el plano diocesano como en el nacional.

Dejan de funcionar la mayor parte de las Juntas Diocesanas. La Junta Nacional, aunque sigue existiendo, es inoperante. Con ánimo de superar las dificultades que encontraba para ejercer su función, se quiso poner en marcha una Coordinadora que agrupó a todos los Movimientos, Generales y Especializados, pero las diferencias que separaban a unos Movimientos de otros eran demasiado grandes y apenas tuvo efectividad. Paralelamente, se constituyó otra Coordinadora a la que, en principio, sólo pertenecieron los Movimientos que se consideraron más afines u homogéneos entre sí. Esta nueva Coordinadora ha llevado a cabo un auténtico esfuerzo de recuperación, logrando aglutinar paulatinamente a la mayor parte de los Movimientos y la propia Junta Nacional asumió la función de presidirla.

La Coordinadora promoverá un amplio programa de trabajo y estudio en común entre las Comisiones Nacionales de los Movimientos. Gracias a ella se han podido tomar decisiones conjuntas sobre asuntos organizativos y se ha reflexionado sobre temas tan importantes, como planes de formación, la opción por los pobres, la metodología de revisión de vida, la eclesialidad y la presencia evangelizadora. También se han redactado reflexiones comunes sobre temas puntuales, como ocurrió con el debate sobre el aborto a propósito de su despenalización en España. Es, además, en el seno de la Coordinadora donde nace el Proyecto de futuro para la Acción Católica.

La recuperación del diálogo con la jerarquía

De especial importancia son los contactos mantenidos con el Episcopado, especialmente con los obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Es útil reseñar el encuentro celebrado en 1983, con una nutrida representación de la Conferencia Episcopal. En un clima más distendido y de mayor confianza mutua se han tratado temas de gran importancia para la reconstrucción de la Acción Católica.

- En 1979 y 1980 se estudiaron dos proyectos de la Coordinadora en sus relaciones con la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.

- En 1981 y 1982 el tema central de estas conversaciones fue la elaboración de unas nuevas Bases y Estatutos de la Acción Católica en consonancia con la nueva situación de la Acción Católica. Después de un largo itinerario, estas Bases y Estatutos de la Federación de Movimientos de Acción Católica han sido aprobadas por la Conferencia Episcopal en noviembre de 1993.

- En 1985 se empieza a lanzar la mirada hacia el futuro. "Retos que hoy tiene la Iglesia en nuestra sociedad para hacer posible la evangelización" es el tema del encuentro de este año con la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.

- Abril de 1989: Presentación del documento "La Acción Católica hoy. Nueva configuración" a la Conferencia Episcopal, durante su "L Asamblea Plenaria", con participación de los presidentes y consiliarios Nacionales de todos los Movimientos. El documento es bien acogido y queda abierto a las aportaciones de los obispos.

Hacia una nueva Acción Católica española

Durante la década de los ochenta se ha ido abriendo paso, en la Iglesia española, el deseo de una mayor organización del laicado cristiano. Algunos temen que se ceda a la tentación de la nostalgia o de reintentar la aventura de cerrar filas frente a la marginación u hostilidad que la moderna sociedad mantiene ante lo religioso y, más específicamente, ante lo cristiano. Sin embargo, el que exista un riesgo no va a frenar lo que de razonable hay en esa aspiración a impulsar un apostolado seglar organizado, con profundo sentido evangelizador para los tiempos actuales, y vinculado -cordialmente, con franqueza y lealtad- a las Iglesias locales. Este instrumento laical al servicio de la evangelización ha sido en el pasado la Acción Católica; ¿por qué no va a seguir siéndolo en el futuro? Algunos hechos manifiestan la emergencia de esta aspiración. Citaremos tres acontecimientos especialmente significativos.

1. El discurso del Papa al Apostolado Seglar, reunido en Toledo, durante su visita pastoral a España en 1982. En él saludó a todos los movimientos presentes, entre ellos a la Acción Católica, aludió a las situaciones críticas vividas y animó al apostolado con estas palabras:

"Sé que se han ido superando entre vosotros situaciones críticas de identidad asociativa. Ha llegado la hora de superar definitivamente esas situaciones con un análisis lúcido que permita conocer las causas y, sobre todo, rechazar los errores que se hayan podido infiltrar entre nosotros. Pienso, sin embargo, que son mucho más fuertes las fidelidades y renovados entusiasmos cristianos de vuestras asociaciones, que el Papa quiere alentar hoy con su presencia, con su afecto y con su oración."

2. El Congreso de Evangelización y Hombre de hoy, celebrado en 1985, fue un verdadero acontecimiento eclesial y una lúcida reflexión sobre la evangelización en las actuales circunstancias que vive la Iglesia española. La conclusión 14 del documento final destaca "por su peculiar incidencia en la evangelización misionera" algunas líneas de actuación, entre las que se señala "la potenciación de comunidades eclesiales y movimientos apostólicos con talante misionero". Estos movimientos apostólicos no son otros que los de la Acción Católica, sobre los que se dice en una de las ponencias: "Dentro de las asociaciones de seglares merecen ser destacados los movimientos apostólicos. Son un camino precioso y actual de evangelización. A través de los movimientos apostólicos han sido educados en la fe y han sido incorporados a la misión innumerables cristianos. Estamos seguros de que los esfuerzos que actualmente se hacen para relanzarlos serán coronados con el éxito".

3. Por fin, el Congreso de Parroquia Evangelizadora, celebrado en 1988 como desarrollo práctico del anterior Congreso de Evangelización, puso de relieve la importancia misionera de la Parroquia. Las alusiones a los movimientos apostólicos, como instrumentos al servicio de las parroquias para la evangelización, fueron frecuentes. Pero una de las líneas de acción del documento final fue del todo explícita al proponer "apoyar a los movimientos apostólicos, preferentemente a los de Acción Católica, orientando hacia ellos a creyentes valiosos, jóvenes y adultos, buscando, si es necesario, la mutua complementación de parroquias y movimientos especialmente en el nivel de arciprestazgo o zona".

Con este clima y en esta tierra abonada ha brotado, desde el mismo seno de la Acción Católica, la convicción de que se debía dar el "salto cualitativo" al que más arriba nos hemos referido. La reflexión conjunta que cuajó en el citado documento "La Acción Católica hoy. Nueva configuración", ya está dando fruto.

En el momento de concluir este recorrido puede decirse que la Acción Católica Española ya está en el futuro. Un futuro previsto dentro de las coordenadas elaboradas tan trabajosamente durante la década de los 80 y sancionado con la aprobación de las nuevas Bases y Estatutos por parte de la Conferencia Episcopal a finales de 1993.

Capítulo V - Una Nueva Acción Católica General

Capítulo V - UNA NUEVA ACCIÓN CATÓLICA GENERAL
Primeros pasos

La aprobación de los Estatutos de la Acción Católica Española (ACE) tuvo lugar en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española de Noviembre de 1993. En ellos se invitó a los Movimientos de Acción Católica General, a que comenzasen a funcionar coordinándose en las parroquias.

Desde 1996 hasta 1999, se celebraron cuatro reuniones en las que se empezó a hablar del paso natural de un movimiento a otro, de la formación común para consiliarios y de la presentación y extensión conjunta de los Movimientos, como temas prioritarios. Fruto de este progresivo acercamiento se acordaron reuniones trimestrales entre los presidentes y una a final de curso con los consiliarios, en las que se iba viendo la necesidad de configurar una ACG más cohesionada, aunque también se percibían los diferentes ritmos entre los Movimientos.

Durante el curso 1999- 2000 se mantuvieron tres reuniones. Progresivamente fue aumentando el convencimiento de que los Movimientos de ACG tenían una misma finalidad, un mismo ámbito de actuación y unos mismos destinatarios, sólo siendo diferente la edad de éstos.

En los dos cursos siguientes (2000- 2003) aumentó el ritmo de reuniones que pasó a ser de cinco cada curso. Se concretó un plan de trabajo más estable con temas fundamentales, aunque también se advirtió la dificultad de encajar todo lo que iba surgiendo en la vida de los Movimientos.

Fue a partir del año 2003 cuando se puede decir que realmente se comenzó a caminar juntos y muchas de las iniciativas de años anteriores se hicieron realidad. Las Asambleas Generales de los tres movimientos de ACG, Movimiento Junior de AC, Movimiento de Jóvenes de AC y Acción Católica General de Adultos incluyeron entre los objetivos prioritarios de sus respectivas asambleas, “avanzar en el trabajo como ACG”.

El resultado de diez años de coordinación y reuniones entre los Movimientos de Acción Católica General, dio lugar al documento “La Acción Católica General. Nueva Configuración - A vino nuevo, odres nuevos” que pretendía ser el Proyecto evangelizador de la ACG para el futuro.

Historia reciente

Del 6 al 9 de diciembre de 2007 y bajo el lema “A vino nuevo, odres nuevos”, se celebraron en la ciudad de Huesca la XXXVI Asamblea General del Movimiento Junior de Acción Católica, la IV Asamblea General del Movimiento de Jóvenes de Acción Católica y la Asamblea General Extraordinaria del movimiento Acción Católica General de Adultos. El principal objetivo de las Asambleas, que se celebraron conjuntamente, era estudiar, profundizar y tomar una decisión en torno al proyecto de nueva configuración de la ACG expresado en el documento “La Acción Católica General. Nueva Configuración. Anteproyecto”.

Reunidos en Asamblea y regidos por una normativa común anteriormente aprobada en los respectivos Plenos, llegó el momento de la decisión. El Movimiento Junior de Acción Católica no aprobó el documento. El Movimiento de Jóvenes de Acción Católica (MJAC) aprobó el documento por consenso. Y Acción Católica General de Adultos (ACGA) lo aprobó por más de los dos tercios requeridos.

A partir de este momento el Movimiento Junior continuó su Asamblea por separado.

El Movimiento de Jóvenes de Acción Católica y Acción Católica General de Adultos pasaron a estudiar el documento “Puesta en Marcha” para decidir conjuntamente los pasos a dar a partir de la Asamblea. Introducidas las modificaciones oportunas, estos dos movimientos aprobaron dicho documento cuyos tres objetivos principales eran:

1º Objetivo: Crecer como militantes cristianos para ser fieles a la tarea evangelizadora (equipos de vida, planes de formación, Revisión de Vida, Proyecto Personal de Vida Cristiana, compromiso militante, etc.).

2º Objetivo: Implicarnos en la vida parroquial y diocesana, para que la Acción Católica General tenga una verdadera presencia en la vida de las parroquias y diócesis, dando así respuesta a la llamada de ser el laicado habitual de la diócesis.

3º Objetivo: Dar pasos en la implantación del movimiento Acción Católica General con sus tres sectores en los tres niveles, parroquial, diocesano y general.

El Movimiento Junior de Acción Católica celebró el 19 de enero de 2008 un Pleno extraordinario, en el que 17 diócesis se desvincularon del Nivel General de dicho Movimiento para unirse al nuevo proyecto junto con MJAC y ACGA.

Atendiendo al 3er objetivo aprobado en el documento “Puesta en Marcha”, las Comisiones Permanentes de MJAC y ACGA se reunieron el día 20 de enero de 2008 con los responsables de las diócesis del Movimiento Junior de AC que se habían desvinculado del Nivel General de dicho Movimiento, con el fin de articular su participación en la Puesta en Marcha y desarrollo del Proyecto de ACG, atendiendo especialmente todo lo referido al Sector de Niños.

Las diócesis del Movimiento Junior de AC que participaron de la reunión y aceptaron sumarse a la Puesta en Marcha fueron: Tui-Vigo, Orihuela-Alicante, Cartagena, Málaga, Teruel y Albarracín, Vitoria, Calahorra y La Calzada-Logroño, Tenerife, Mondoñedo-Ferrol, Ciudad Real, Tarazona, Palencia, Segorbe-Castellón, Oviedo, Alcalá de Henares, Orense y Santiago de Compostela. Posteriormente otras diócesis han manifestado su interés de unirse al Proyecto.

Tras esta reunión las Comisiones Permanentes de MJAC y ACGA desarrollaron una propuesta para integrar a estas diócesis del Movimiento Junior, desvinculadas del Nivel General de dicho Movimiento, en el desarrollo de la Puesta en Marcha.

Esta propuesta se presentó en el Pleno de marzo de 2008, al que ya asistieron como invitadas estas diócesis mencionadas del Movimiento Junior de AC. La propuesta, que fue ratificada por consenso, básicamente planteaba:

- Que las diócesis del movimiento Junior de Acción Católica, desvinculadas del Nivel General de dicho movimiento, pudiesen participar a todos los efectos en el Nivel General (Pleno General Conjunto, Comisiones de Trabajo, Encuentros, etc.), con los mismos derechos y deberes que las diócesis que lo hiciesen desde MJAC y ACGA.

- Que dos miembros de la anterior Comisión Permanente del Movimiento Junior y que habían presentado su dimisión, se incorporasen a la Comisión Permanente Conjunta para coordinar el trabajo de este Sector, pudiendo así transmitir e incorporar la experiencia y riqueza del Movimiento Junior de AC para el Sector de Niños del nuevo Movimiento de ACG.

Asumiendo esta propuesta continuó el proceso de Puesta en Marcha tanto en las diócesis como en el Nivel General. En el Nivel diocesano se empezó a trabajar en la composición de las Comisiones Diocesanas Conjuntas, Asambleas Conjuntas, Economías Diocesanas compartidas, reestructuración de equipos, etc. Y del mismo modo en el Nivel General se fueron dando pasos con la composición de la Comisión Permanente Conjunta, los Plenos Generales Conjuntos, Estatutos, Reglamento de Régimen Interno, Marco Global de Formación, talleres de acompañantes de niños, jóvenes y adultos, etc.

Estos pasos, unos más relevantes y otros más pequeños, que se han ido dando en los equipos, en las parroquias, en las diócesis y en el Nivel General, desembocan en esta Asamblea de Constitución del movimiento Acción Católica General que se celebrará en el verano del 2009, y que abrirá las puertas al movimiento Acción Católica General.

Asamblea de Constitución de Acción Católica General se realiza en Cheste (Valencia) del 30 de julio al 2 de agosto de 2009